
Esto va más allá de un descuido: es una declaración de guerra contra nuestra naturaleza, salud y futuro. El Gobierno y las autoridades buscan repetir el error de siempre, sacrificando lo esencial para lo momentáneo. ¡Esta vez, la amenaza es nuestro Jardín Botánico Nacional!
¿Estamos dispuestos a destruir uno de los pocos pulmones verdes de Santo Domingo para una ampliación de avenida? ¿Vale la pena acabar con una joya de biodiversidad por una movilidad urbana fracasada?
Los espacios verdes NO son lujos, son DERECHOS. Son garantía de salud física y mental, esparcimiento, educación ambiental y lo que nos permite respirar. El Jardín Botánico no es solo un parque, es una obra maestra, un santuario de aire puro donde la educación cobra vida.
Pero la lógica del cemento y el desorden urbano amenaza con reducirlo a escombros. Ya lo vimos con el Parque Mirador Sur, y ahora… ¡quieren el Jardín Botánico!
Los problemas de tránsito no se resuelven con más avenidas, sino con transporte público digno, infraestructura peatonal, seguridad, arbolado urbano y voluntad política real. Lo demás es cosmética peligrosa que hipoteca nuestro futuro.
El Jardín Botánico es de TODOS. Es patrimonio natural, cultural y espiritual. Defenderlo es defendernos. Protegerlo es proteger la vida.
¡Basta de improvisar con el espacio público! ¡Que esta vez el cemento no gane!
— Ingrid Abreu, Periodista, escritora y activista.