La escritura, una habilidad esencial con más de 5.500 años de antigüedad, enfrenta un preocupante declive entre los jóvenes de la generación Z. La llegada de las redes sociales y la digitalización ha transformado la manera en que nos comunicamos, pero también ha impactado negativamente en su capacidad para construir frases complejas y desarrollar textos elaborados.
Esta generación es la primera en haber crecido en un entorno completamente digital desde su educación primaria. Si bien esto ha fortalecido sus competencias en el manejo de redes sociales y herramientas tecnológicas, también ha desplazado una práctica fundamental: la escritura a mano.
Expertos y educadores han encendido las alarmas sobre cómo esta dependencia de dispositivos electrónicos afecta no solo la capacidad de comunicación escrita, sino también el aprendizaje en general. La escritura no es solo un medio de expresión, sino una herramienta cognitiva que favorece la creatividad, el pensamiento crítico y la retención de información.
Recuperar esta habilidad no solo es un reto para las nuevas generaciones, sino una responsabilidad compartida entre padres, maestros y sociedad. Preservar la escritura es mantener vivo un legado que ha sido clave para el progreso humano.
